viernes 02/03/2018
Salta: Un paraíso para la aventura
El dique Cabra Corral ofrece un escenario ideal para disfrutar del kayak y trekking en sus montes. Además, se puede pescar y conseguir excelentes pejerreyes, tarariras y una atractiva variada. Galería de imágenes.
Encontrar las pinturas rupestres de los diaguitas en la periferia del dique Cabra Corral, de Salta, es un excelente incentivo para citarse en grupo, con entusiasmo, en el hotel Terrazas del Lago, a 12 kilómetros del Valle de Lerma.
La extraordinaria vista que ofrecen los balcones de este complejo ubicado en altura, permite imaginar la aventura inolvidable que se aproxima. En el horizonte, las nubes bajas disfrazan de nieve la alzada de los collados. El paisaje se refleja en un espejo de agua cristalina y en la lejanía asoma el destino final: el cerro El Fuerte espera al aventurero.
El embalse se alimenta de los ríos Arias y Guachipas, y descarga sus aguas en el Juramento. Sobre el cauce de este último se construyó el dique. En él se pueden realizar múltiples actividades: desde bungee jumping, trekking, cabalgatas, mountain bike, avistaje de aves, escalada, kayak, navegación a vela, tirolesa y esquí acuático, hasta paseos en catamarán. Es muy visitado en la época de pesca del pejerrey y también es posible dar con atractivos ejemplares de tararira, bagre, sábalo gigante, vieja de agua y mojarrón.
Una pileta natural majestuosa
La postal de referencia que conforman al frente los cerros con sus paredes coloradas y blancas, nos conduce ahora hacia una zona de árboles despojados de follaje y copa que emergen del agua. Es el lugar elegido por las garzas y los martín pescador para esperar a sus presas. Resulta un deleite recorrer 7 km durante una hora y media remando en kayak bajo un sol generoso que regala calor y motiva un buen chapuzón en esta majestuosa pileta natural. La energía se renueva con cada palada de remo.
La invitación de Héctor Preto Rial, instructor de rafting y director de Cabra Corral Kayaks, para realizar esta travesía de día completo en kayaks sit on top por el embalse Cabra Corral, ha reunido a siete personas que se organizan en tres kayaks dobles y uno simple. Juan y Cecilia, dos amigos, forman parte del equipo de Preto. Con Aldo Rivero, nuestro fotógrafo, compartimos el viaje por esta inmensa lámina de agua con forma de “Y”, en dirección sur.
El sonido de las palas ingresando al agua y el borboteo de algún sábalo que abruptamente se escabulle, musicalizan el momento. El piar de los martín pescador, cormoranes, garzas y águilas componen un coro dulce. Se enfila con ganas hacia el cerro tras desembarcar en las escarpadas costas de arena rojiza apelmazada en las que dejamos descansar a nuestras canoas. Sólo despiertan desconfianza las arañas gigantes a las que Aldo, temeroso, no se atreve a fotografiar ni con el zoom.
Fascinación en la altura
El grupo establece el plan de trekking en un sector de piedra limpio de vegetación. Preto y su equipo organizan un almuerzo rápido. Ls elección de las bebidas, que se han mantenido frías en las conservadoras, marca que el anfitrión y sus coequipers saben qué desean exactamente los huéspedes en cada momento.
Es un lujo disfrutar de la gastronomía e hidratarse mientras la mirada se descubre embelesada al identificar entre los cerros lo que alguna vez fue un valle y ahora es una superficie cubierta por casi 3.000 millones cúbicos de agua. Una caballada se acerca a la orilla del embalse para beber. Fotos, por favor… Detrás, en lo que sería el cañón del Juramento, emerge el cerro El Fuerte. Un cóndor protege el tesoro que legaron los pobladores amerindios originarios de Ablomé, que tenían una cosmovisión propia del mundo.
Ya en marcha, los primeros rastros de los aborígenes salen a escena. Reclama la atención una cantidad de morteros tallados en la roca, que eran utilizados para hacer sacrificios a los dioses. Las pinturas más importantes están escondidas en los puntos más altos, en un estado de conservación increíble. Llamas, hombres cazando, ceremonias tribales y arte que podrían inspirar al tatuador menos virtuoso. Sobre la roca rojiza del período cretácico, los originarios dejaron estampado su paso por el cañón del Juramento. Hoy es un lugar mítico, sagrado, lleno de energía, que corona una travesía en kayak inimaginable. Se hace difícil controlar las ganas de acampar y pasar días recorriendo la región, explorando, descubriendo y disfrutando un paisaje único.
De regreso, el grupo consensúa remar duro para aprovechar las últimas horas de luz en las terrazas del hotel, al que se puede considerar, por su emplazamiento, su confort y facilidades, y sus dos habitaciones dobles, una triple y una cuádruple, una posada de lujo. La idea es disponer de un rato de pesca. Los lugareños le indican al turista que en el agua esperan dientudos, peces escurridizos a los que en nuestro entorno conocemos como taruchas.
Una vez en tierra, en un santiamén se arma el equipo de spinning. El complemento, una caja con algunas ranas y varios señuelos antienganche. Al pie del complejo se forma una bahía con poca profundidad y mucha vegetación, así que es un excelente lugar para probar las ranas en la superficie.
Pesca en el dique
Si se retrasa el toque, como en este caso, hay que cambiar. Es el momento de colocar un señuelo antienganche de goma con forma de pez, adosado a una cucharita. Cuesta perder algunos piques hasta que se le encuentra el tiempo y el truco a la cosa. Una tararira queda enganchadísima en el engaño. Para media hora de pesca no está mal, aunque este ejemplar no sea de gran porte. Una vez más, como se suele decir, el tamaño no importa. La jornada ha sido fabulosa y uno se regala el placer de finalizar un día tan emblemático, pescando.
Vamos a volver. El dique Cabra Corral es un lugar mágico y paradisíaco, ideal para disfrutar de más travesías, pesca y acampe. Una de las razones, junto a Iruya y museos como el de Arqueología de Alta Montaña, entre otras, por las que a Salta, en el norte de nuestra bellísima República Argentina, se la conoce como “La linda”.
Nota completa publicada en revista Weekend 545, febrero 2018