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Año 6 Revista #31

Julio / Agosto

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sábado 01/08/2015

Salar de Uyuni, el desierto blanco del Altiplano

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Se trata del salar más grande del mundo, ubicado al suroeste de Bolivia. La inmensidad, el silencio penetrante y la pérdida de horizontes hacen que la visita a este espejo de sal nos haga sentir un poco más cerca de las nubes.

Texto y fotos: LUCAS BOZZANO

Rodeado de picos y volcanes, este escenario natural es la llanura de sal más grande del mundo, que puede ser vista desde el espacio al ser su extensión más de diez mil kilómetros cuadrados.
Ubicado a 3.650 metros de altura, se estima que contiene unos diez mil millones de toneladas de sal y más de la mitad de las reservas de litio conocidas que usan los celulares y las computadoras portátiles en la actualidad.
Es uno de los destinos emblemáticos de Bolivia ubicado en las cercanías del pueblo homónimo, donde se encuentra la oferta de alojamiento y tours necesarios para acceder a esta maravilla del altiplano boliviano.
Las condiciones geográficas de este rincón del mundo dividen el año en dos estaciones: el período húmedo y el seco. En los escasos tres meses de lluvia (de diciembre a marzo), la superficie del salar queda cubierta por una capa de agua generando el efecto “espejo” con el cielo y camuflando la línea del horizonte. En Uyuni es posible hablar en términos literales, al mencionar que tenemos el cielo a nuestros pies.
Para acceder al interior de este mar de nubes, debemos contratar el servicio de camionetas 4 × 4 que nos acercarán a los principales atractivos del lugar.
En medio del desierto blanco podemos visitar el Hotel de Sal, hecho íntegramente con bloques de este mineral, que funciona además como museo donde se exponen esculturas hechas del mismo material.
Otra parada obligatoria es Colchani, el pueblo que vive de la sal y el arte. Aquí se procesa el tan preciado recurso, cuyo resultado es una de las sales más puras y limpias del planeta para el consumo humano. En un día las familias productoras pueden llegar a generar dos mil kilos del condimento. El producto también es utilizado para la construcción de edificaciones, mobiliario y para la elaboración de artesanías que son ofrecidas diariamente a los turistas.
En el siglo XIX el tren llega a Bolivia, siendo Uyuni el primer pueblo en darle la bienvenida. Con el paso de los años la actividad férrea disminuyó y hoy podemos ser testigos de ese pasado industrial en el Cementerio de Trenes ubicado a tres kilómetros del pueblo.
El salar de Uyuni recibe alrededor de sesenta mil turistas al año y fue elegido como la primera maravilla del mundo según una votación realizada por la prestigiosa revista británica Rough Rides.
El pueblo de Uyuni fue el primero que vio nacer al ferrocarril en Bolivia. En el siglo XIX existía una conexión férrea con la ciudad costera de Antofagasta (hoy parte de Chile). Por esas vías circulaban vagones cargados de plata que salían de las minas de Huanchaca, hasta la zona portuaria de la costa pacífica. Esta ruta comercial poco a poco fue quedando en desuso y muchos de los trenes de aquella época continúan abandonados en las proximidades del salar. El cementerio de trenes de Uyuni es un museo al aire libre que expone piezas únicas de arqueología industrial donde cada rincón oxidado guarda un poco de la historia del pueblo boliviano.
El salar está compuesto por once estratos de sal de diferentes espesores que van desde los 20 cm hasta los 10 m. Aquí se produce una de las sales más puras y limpias del planeta para el consumo humano.

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Notas

Auspiciantes

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